25/11/2012

Ecos de llacta


Bramidos de bueyes con saliva en exceso es el lamento de mi pueblo.
No es una lamentable diferenciación entre el ayer y el hoy que nos hará entender el dolor, ya sin entrañas de la gente, tampoco una estadística sin leer que podrá mostrar la tibieza y gusto salado del sudor que congela la frente de la gente. 
Los ecos de llacta no son sufrientes, los ecos de esta mi tierra, nuestra tierra, la tan conocida tierra de todos y de nadie, que con cualquier nombre no son nombrados, y donde cualquier susurro es escalofriante. Los ecos de mi sangre-llacta, los ecos de mi piel-tierra, de los ojos-miel, de los ojos-agua y cielo, de los cabellos-noche, de las manos duras y los pies piedra  son ecos inmemorables. Ecos que no distingue entre el sufrimiento de la historia y el sufrimiento de frio de esta mañana. 
Llacta no es tierra, llacta es cobijo, llacta es sufrimiento, llacta es la humedad del esfuerzo, llacta son semillas sin crecer y semillas crecidas, llacta es frio desconsolador y calor aplastante, llacta es guarida y llacta es odio llacta es... Llacta es mi tierra.  
Y los ecos de esta mi tierra son ecos de epocas fantasmas y de presentes ausentes. Son ecos que no llegan al oido de la gente, pero van del pico de un nevado recorriendo à galope un paramo, van de un abismo montañoso a un torrente desangrado. Los ecos de mi tierra nunca seran la historia, ni las quejas, ni el sufriminento porque el cuento que resuena es un de sangre dulce, de caras sucias y tiernas, de ojos llorosos llenos de tierra por el pase de manos trabajadoras sin consuelo que consuelan, de chozas de tierra y paja, de techos de zinc. Vacas llenas de leche y la mierda en el cesped humedo de la mañana. Ecos que transportan el humo de la leña que calienta, que cocina y que hiere. Que gritan por los dolores del trabajador, de la madre pariendo, del niño que se raspo la rodilla corriendo, de los padres que castigan, de aquel que muere bajo los golpes de un loco o de un policia, de las mujeres violadas. 
Ecos que susurran los cuentos infantiles, las leyendas que asustan en la neblina de la montaña tanto como en la jungla de la costa, palabras de amor, de consuelo. Que guardan secretos y chismes. Sobre todo tambien son ecos de verguenza y llanto silencioso. 
No se puede entender cuales son los ecos de mi tierra, tampoco adivinar, y la historia solo esta para callar los llantos y silenciar los gritos. 
Pero un pueblo callado no es un pueblo muerto, y el silencio de la gente de mi tierra es el silencio de mi tierra. Es la perseverancia en el chaquiñán. Porque somos pueblo de montaña, pueblos de bosque, de selva. No callamos por estar muertos, callamos por estar trabajando. 

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